Hasta las pelotas de las pelotas

Hasta las pelotas del fútbol. Del fútbol en sí mismo, que me parece un soberano aburrimiento y de lo que implica en mi vida personal.

Pocofifi es muy forofo. Mucho. Y además se ha buscado un equipo nada sencillo. El chico me ha salido del Atleti (sí, si, colchonero hasta la médula). Ahí es nada. ¿Eso que implica? Sufrir, sufrir y sufrir.

¿Y cuando gana?, os preguntareis. Pues cuando gana, me jodo también, porque él se va a celebrarlo y yo me quedo con Minififi esperando, al amanecer, escuchar el sonido de las llaves en la puerta. Y al día siguiente, más de lo mismo. Minififi y yo solas contra el mundo.

Resumen, si gana, lo celebra con los colegas. Si pierde, se trae el disgusto a casa.

A mí lo de la celebración me parece perfecto, yo también salgo con mis amigas cuando quiero. Pero no me parece justo que en esto del fútbol, pase lo que pase, yo siempre salga perdiendo.

Y además, que no lo entiendo. Vivir una victoria como si nos hubiera tocado la lotería y sufrir una derrota como si se hubiera muerto alguien. Por más que me lo expliquen, no lo entiendo.

Es como si yo, que soy adicta a las series, me pillo un mosqueo de la leche porque el final de Perdidos me parece una mierda. O me voy tres días de fiesta porque, por fin, sale a la venta el último libro de Juego de tronos. Absurdo, ¿verdad?.

¡Qué necesidad de tanto sufrimiento!. Con la de cosas reales que hay para sufrir…

Al final, he llegado a la conclusión de que casi prefiero que los equipos de la gente que tengo alrededor, no lleguen a ninguna final, porque así me ahorro verlos sufrir.

Dicho esto, y para los que padeceis la misma situación que yo, ¡qué nos sea muy leve el mundial!.