Destino desconocido

Estoy sentada esperando a que el avión despegue. Mientras, repaso mentalmente lo que he echado a la maleta, para asegurarme de que no he olvidado nada. Algunas cosas las he metido porque, me guste o no, son parte de mí y no me puedo separar de ellas. He tenido que facturar un buen maletón porque supero el peso permitido para equipaje de mano. Espero que no me lo pierdan.

Veamos:

  • La incertidumbre de viajar hacia un destino desconocido.
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  • Un montón de música que hoy por hoy me provoca un enorme nudo en la garganta y picor de ojos, pero que sé que algún día volveré a disfrutar y cantar en voz en grito.
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  • Un pequeño cuaderno de dibujo y muchas ganas de “inaugurarlo”.
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  • Un escarmiento. Que nunca, jamás, se puede confiar en que la vida “está hecha”. Que el rumbo puede virar en cualquier momento y que el nuevo no aparezca ni en los mapas. Toca improvisar.
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  • Un aprendizaje muy importante. Que conformarse con vivir una vida “a medias” es el mayor y más irreversible error que se puede cometer.
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  • Un cuerpo con las marcas de la experiencia vital más hermosa, brutal y auténtica que he vivido. Junto a él, un espejo para mirarlo cada día y recordar que una vez yo misma fui el envoltorio del mayor regalo que me han hecho.
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  • Una lección que nunca olvidaré. Que el carrusel no se detiene porque tú te hayas mareado. Sigue dando vueltas. Y más vale que comprendas cuanto antes que nadie va a venir a rescatarte heróicamente. Tienes dos opciones: cerrar los ojos y esperar a que pase o tirarte en marcha.
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  • Una certeza. No existen las personas perfectas y cuanto más parecen serlo, más esconden dentro. Y que no las quiero cerca de mí.
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  • Una decisión. Decir y hacer lo que quiera decir y hacer en cada momento. No obligarme a nada.
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  • Una especie de hucha en la que estoy ahorrando “fuerza”. La necesitaré para hacer muchas cosas que no he podido o no he necesitado hacer hasta ahora. Cuando la llene y la rompa, si es que eso llega a ocurrir, me comeré el mundo.

Sí, creo que está todo.

Aunque el equipaje es secundario, lo mejor es quién va sentado a mi lado. Un pequeño pasajero que tiene todo el suelo lleno de pedacitos de galleta y lleva loco a todo el pasaje con canciones semi inventadas que canta como si no hubiese un mañana. Especialmente una que habla de una estrellita. No para de moverse, se pone de pie en el asiento para llegar a la altura de mi cabeza y poder tirarme del pelo. La gente se ríe y dice: “Menuda cara de bicho”, a lo que él responde con una sonrisa increíblemente luminosa, de la intensidad de una supernova, por lo menos.

Vamos a despegar ya. Mi compañero de asiento coge mi cara entre sus diminutas manos y me dice con su media lengua: “¿Estás bien, mamá?”. Le doy un beso mientras le digo que sí, le acomodo en su asiento y le abrocho el cinturón. Este viaje promete.

Miro al frente. Turbulencias. Allá vamos.

 

avion

39 comentarios en “Destino desconocido

  1. Eso me tocó hacer a mi hace unos años y fue la mejor decisión que tomé en muchos años. El camino es largo, pero con el tiempo te das cuenta que es hermoso poder ser tú misma! El tiempo pone a cada uno en su sitio siempre que cojas el mejor asiento, no escatimes! Hoy por hoy, mi actitud es totalmente distinta, abrí la ventana a la felicidad y cerré la puerta a las personas toxicas. Y no mires a tras ni para coger impulso, simplemente a la personita que te acompaña! Buen viaje!!

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  2. Sin palabras me has dejado… Te deseo un feliz viaje junto a «tu regalo», tienes una vida maravillosa por delante. Y una manera de escribir que nos engancha. Marifriki, eres muy grande! Un abrazo fuerte.

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