Voltereta y los 100€

Había una vez una niña a la que todos llamaban Voltereta. La llamaban así porque siempre andaba de acá para allá dando brincos, y con su alegría y juegos, ponía patas arriba todas aquellas cosas tristes que encontraba a su alrededor.

Había llegado ya casi la Navidad y Voltereta pensó que ya era hora de escribir una carta a los Reyes Magos. Sus Majestades andaban muy atareados abriendo cartas y preparando los regalos, pero les llamó la atención aquel sobre morado lleno de pegatinas que olía a piruleta, así que Baltasar decidió abrirla. Esta fue la carta que encontró…

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Los Reyes se miraron unos a otros extrañados. ¿Por qué una niña pequeña pedía como regalo 100€? Los niños solían pedir juguetes, cuentos, libros, pero nunca dinero…

Así que Sus Majestades de Oriente decidieron ir a casa de Voltereta y preguntarle directamente el motivo de su petición.

Era de noche y Voltereta estaba ya calentita en su cama cuando oyó un ruido de campanillas. La niña no sabía de donde venía ese ruido pero como era muy valiente se levantó a ver de donde procedía. El ruido venía de la cocina. Cuando llegó allí no podría creer lo que veían sus ojos. Dos señores, uno pelirrojo y otro con pelo blanco como su abuelo, muy arreglados y con unas capas muy brillantes estaban sentados encima de la vitrocerámica, y un tercero, negro y más gordito, asomaba la cabeza por la campana extractora.

“¡Vamos Baltasar, sal ya. Ya te hemos avisado que esto no era una chimenea, pero como eres un cabezón…! Date prisa, que nuestra amiga Voltereta ya está aquí”, dijo el de la barba blanca.

Voltereta no podía creerlo. ¡Los Reyes Magos estaban en su cocina! ¡Pero si todavía no había llegado la Navidad!

Sus majestades la miraron muy fijamente y Melchor le preguntó:

“Niña, hemos recibido tu carta y estamos muy asombrados. Ningún niño nos pide dinero y queremos saber para qué necesitas tú 100€ antes de decidir si te los podemos dar o no”.

Voltereta se puso muy seria y les dijo:

“Pues miren ustedes. Yo ya tengo muchos juguetes, y no necesito más. Mis papás siempre me dicen que hay que compartir y que hay muchos niños que tienen muy pocas cosas. Así que me he puesto a pensar y a pensar y he encontrado a varios amigos que conozco a los que me gustaría hacerles un regalo. Y como sé que ustedes andan muy ocupados y no tienen tiempo de tanto reparto, he decidido pedirles el dinero para ir yo misma a comprar los regalos. Aunque no sé si tendré suficiente.”

“¿Y qué regalos quieres hacer, si se puede saber?, le preguntó Gaspar.

“A ver, primero quiero comprar una mochila para mi amiga Almudena, que va a mi clase y lleva una muy rota y muy sucia. Sé que le haría mucha ilusión porque siempre mira la mía. Luego le quiero comprar un regalo a los niños de mi clase, algo con lo que podamos jugar todos, porque la seño nos ha dicho que hay que compartir y jugar todos juntos. También quiero hacerle un regalo a mi vecino Tomás, que está muy triste porque su papá se ha tenido que ir a trabajar fuera de la ciudad y le echa mucho de menos. Tengo que buscar algo muy bonito para una niña que siempre está sentada con su mamá en la puerta del supermercado, y que me sonríe cuando paso, se llama Alma. Y además quiero comprar un regalo muy especial para mi hermanito que nacerá en pocos meses, porque el pobre está aún en la barriga de mamá y no puede escribiros una carta. Y si me sobra algo, pues compraré alguna cosa para niños que lo necesiten y se lo daré a mi mamá para que los reparta. Eso es todo, creo.”

“Y para ti, ¿no quieres nada?”, le preguntaron los tres a la vez.

“No, este año no quiero nada para mí, porque hace poco fue mi cumple y me regalaron muchísimas cosas. Algunas las tengo todavía en las cajas. Y la verdad, no sabría qué hacer con tantos juguetes”, contestó Voltereta, muy convencida.

Tan convencida estaba, que los convenció también a ellos. Los Reyes Magos le prometieron que verían qué podían hacer y sin más, desaparecieron por donde habían venido.

Los Reyes no sabían cómo resolver este asunto. Por un lado la petición de la niña era tan solidaria que no se podían negar, pero por otro, ellos no disponían de dinero en efectivo para poder dárselo. Así que pensaron y debatieron y al final, encontraron la solución. Hablarían con una tienda de juguetes y les pedirían ayuda. Buscaron y buscaron hasta encontrar la tienda perfecta. Se llamaba Imaginarium. Los duendes de Imaginarium se pusieron manos a la obra con el encargo, con ayuda de los padres de Voltereta, que estaban encantados con la misión.

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Llegó el día de Reyes y Voltereta se despertó muy temprano. Cuando entró en el salón no podía creer lo que veían sus ojos.

Allí estaba la mochila de Almudena, más bonita no podía ser. ¡Su amiga se iba a poner súper contenta con ese regalo!

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Junto a ella un muñeco genial para Tomás. Era un papá en pequeñito con el que podría jugar y al que podría contarle todas sus aventuras hasta que su papá de verdad llegara. ¡Y además se parecían mucho!

ImprimirEncima de su sofá había una caja preciosa. Al abrirla vio que era un fantástico juego de abalorios con el que la niña del supermercado podría entretenerse y jugar. ¡A Alma le iba a encantar!

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Para los niños del cole los Reyes Magos habían dejado unas marionetas chulísimas. ¡Menuda cara iban a poner cuando las vieran!

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También encontró un paquete blandito y, al abrirlo, vio que era un dudu precioso y muy suave para su nuevo hermanito. ¡Su primer muñeco para dormir!.

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Voltereta estaba flipando. Aún le faltaba un regalo por abrir. Era un sobre muy bonito, casi tan bonito como el de su carta a los Reyes. En él se podía leer: “Gracias por regalar sonrisas”. Y dentro unas fichas con regalos que los Reyes habían llevado de su parte a otros niños: unos muñecos geniales y un libro de cuentos que habían ido a parar a la planta infantil del Hospital.

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¡No podía creerlo! ¿Los Reyes habían comprado todo eso con sólo 100€? Todavía estaba alucinando cuando se dio cuenta de una pequeña bolsa que estaba colgada de la ventana. Al abrirla, un haz de luz inundó todo el salón y los tres Reyes Magos aparecieron de nuevo ante sus ojos.

“Voltereta, gracias por regalar sonrisas. Los Reyes Magos y nuestros amigos de Imaginarium , tenemos un regalo muy especial para ti. Cada año, cuando se acerque la Navidad, vendremos a buscarte y nos ayudarás a elegir los regalos de tooooooooodos los niños del mundo”, le explicaron sonrientes.

Voltereta estaba entusiasmada. ¡Ser ayudante de los Reyes era el mejor regalo que le podían hacer!.¡Era el trabajo más chulo del mundo!

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Así que, desde entonces, cada año, cuando un niño escribe su carta a los Reyes Magos no sabe que, junto a ellos, y ayudando a elegir sus regalos, hay una pequeña niña, muy alegre y pizpireta, que se llama Voltereta.

Y colorín, colorado… este cuento aún no ha acabado.

MORALEJA: Quién reparte sonrisas, recoge el mejor regalo.

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