Durante el embarazo, la vida es feliz. Es taaaaaan feliz que da igual que de repente parezcas la vaca Amalia sin que nadie note que estás embarazada, da igual que no te venga la ropa y te apriete tanto que parezca que te están exprimiendo, da igual que tu cara parezca un pan de pueblo…todo eso da igual. Porque estás feliz, muy ocupada comprando y preparando «detodo» y además tienes el pelo maravilloso, misteriosdelavida.
Pero ¡ay amiga!, el embarazo pasa y ¿entonces?. Pues al principio nada, estás demasiado absorta pensando en tu teta, tu chichi y tu bebé. Y así van pasando los meses. Pero llega un momento en el que, casi sin darte cuenta, recuperas las riendas de tu vida y entonces, te das cuenta de que sigues sin caber en la ropa, sigues llevando la ropa del embarazo (benditos leggins) y ahora no hay excusa. Ya no estás embarazada y además la sociedad te reclama, reclama que te vistas, que te arregles y que salgas a comerte el mundo.
– ¿A comerme queeeé? Si precisamente ese es uno de los problemas, que me como todo…
Y aquí viene el verdadero bajón… Porque, como hablaba con mi prima el otro día, no es que no te apetezca arreglarte, es que te da angustia. No te ves bien con nada porque, no nos engañemos, vuelves a ser tu misma pero con unos «pequeños» cambios considerables.
Enumeremos:

¿Dónde está mi pelo sedoso, brillante, de anuncio de Pantene?. No está… en su lugar ha aparecido una maraña de pelo seco que no me da tiempo a cortar. Total, ¿para qué? Si con el moño “perpetuo” no se nota…

De repente, me salen granos como si hubiera vuelto a los 15. El esplendor de la piel del embarazo ha desaparecido dando paso a, llamémoslo “desesplendor”, por llamarlo de alguna manera. Eso sí, maquillada siempre. P.D: cuidado con las manchas de carmín rojo, no saltan fácilmente de la ropa de bebé…

Ni recuerdo la última vez que me las pinté…Y para colmo de males, con el estrés, me las vuelvo a morder. Pasemos a otro tema…

Uno de mis puntos fuertes de todalavida. Ya no están. Se fueron. La gravedad se las llevó…

Antes llamado abdomen. ¡Qué manera más cruel de evolucionar y desparramarse!. Y eso que no me salieron estrías, que si no, apaga y vámonos.

Solo os diré la frase que me dijo una amiga antes de que yo lo comprobara por mí misma: “Eso ya nunca se vuelve a quedar como estaba”. Sabias palabras.

No es que antes tuviera un culo de diez, pero, joder, tampoco esperaba un flan en sustitución. ¿Y porqué de repente todo parece como de papel pinocho?. Este comentario es válido también para muslos y demás zonas blandas. De las caderas y su amplitud más allá del océano ni hablamos…

¿Tacones? ¿Con tacones te refieres a esos zapatos que guardo en el fondo del armario con un palo rígido en la suela y que favorecen tanto? Lo siento, es que no tenían a juego con el Bugaboo y con un bebé de 12 kgs…

Yo a esto solo le veo tres soluciones posibles:
1.- Pedirle a mi Community Manager que llame a mi Personal Assistant y que me contrate un Personal Trainner para, en los ratos que Minififi esté con las tres niñeras que tengo contratadas, volver a recuperar la figura. Y al terminar tomarme un daikiri en albornoz al borde de mi piscina olímpica de diamantes y zafiros.
2.- Volver a embarazarme y así por lo menos, tener excusa de nuevo (y embarazarme y embarazarme sucesivamente en un blucle sinfín hasta que la menopausia me sirva de pretexto).
3.- Aceptar que fue bonito mientras duró y esperar unos meses (quizá años) a que vuelva a recuperar el ánimo para hacer una dieta y que mi momento relajante del día deje de ser la hora de la cena, con Minififi ya durmiendo, Pocofifi en el sofá, mis maris al whatssap y un super bocata de jamón serrano a mi frente.
¿Qué opináis?