Contraseñas

A toda esa gente mayor que dice que hoy en día no ejercitamos la memoria porque todo lo llevamos en el teléfono blablabla, les digo yo que ¡JA!

Es verdad que antes había que recordar algunos números de teléfono: el de tu casa, tu novio, tus abuelos, amigos y poco más.  No creo que llegaran a 20. Pero ¡ay amigo!, llegó el mundo de las redes y con ello algo mucho más amplio y complejo que cuatro números de teléfono y un par de matrículas… LAS CONTRASEÑAS.

Estamos tan dominados por ellas que pensad por un momento que de vuestra mente se borran todos los usuarios y contraseñas y no hay forma de recuperarlos, ¿acojona eh?

Tenemos contraseñas para todo:

–          Contraseñas vitales: cuentas del banco, pin del teléfono, correo, portátil, cajero automático, paypal… Estas son lo más de lo más del topsecret de las contraseñas. Si nos las pillan, estamos muertos.

–          Contraseñas sociales: facebook, twitter, instagram, wordpress, dropbox…

–          Contraseñas efímeras: las de los sitios donde sólo entramos una vez y caen en el olvido para siempre de los jamases. Un ejemplo: La contraseña que pusimos en la DGT cuando nos enteramos que podíamos mirar los puntos que teníamos en el carnet de conducir. ¿Alguien la recuerda? Pues eso.

–          Contraseñas tiendas: zara, mango, mercadona, eBay, privalia…

–          Contraseñas aplicaciones: la de la tienda (App store o similar), whatssap, skype, telegram…

–          Contraseñas de ocio y descargas: seriesly, booking, taringa, Vodafone, spotify…

–          Contraseñas de curro: del ordenador, de los programas,

Que levanten la mano los que sean capaces de decir cuántas contraseñas usan o han usado alguna vez. Imposible, son ilimitadas e infinitas.

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Decisiones que tomamos para la elección de contraseñas:

–          Poner siempre la misma. ERROR. Si nos pillan una, nos pillan todas.

–          Apuntarlas. ERROR. Si esa lista cae en malas manos, ayayayayayayay…

–          Poner una diferente en cada sitio. ACIERTO, si eres Sheldon Cooper, ERROR MORTAL si eres un humano vulgar.

–          Poner la misma pero con variantes: ERROR para los sitios con límite de intentos,que esa es otra, ¿no os pasa que os da un canguele absoluto cuando veis los de los intentos?, que ganas de exponernos a un riesgo claro de sufrir un infarto. Para los que dan posibilidad de intentos infinitos, puede valer.

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Conclusión: no hay ningún sistema infalible. Que cada uno haga con sus contraseñas lo que mejor considere y que sea lo que dios quiera.

A todo esto se suma  otro hándicap (siempre me lío con esta palabra, porque me suena a “ventaja” y significa justo lo contrario). Por si no era suficiente con tener que memorizar las contraseñas, hoy en día, la mayoría de los temas se tramitan desde el móvil. ¿Ventaja? Que tenemos todo a mano y en cualquier parte, que cada vez sacan aplicaciones más sencillas y funcionales, que no hay que recordar contraseñas porque el móvil (que es más listo que pa que) las recuerda todas…y aquí viene el problema. Un día actualizas el teléfono o se te jode y hay que reiniciarlo y ¿entonces qué? De repente nos piden contraseñas por todas partes y llevas tanto tiempo sin ponerlas que no te acuerdas de ninguna. Se me ponen los pelos de punta solo de imaginarlo…

Por no hablar del nombre de usuario, que como juguemos con varias cuentas de correo, apaga y vámonos. Acertar es casi tan fácil como que te toque la lotería.

Y ya lo mejor de todo es cuando le tienes que decir a alguien tu contraseña de algo y no eres capaz sin tener delante el dispositivo, porque sabes ponerla con los dedos pero no eres capaz de recordar cuál era.

No puedo evitar pensar que cuando seamos viejitos y nuestra mente ya no sea tan ágil, tendremos un serio problema y el mundo se blindará para nosotros. Aunque siempre podemos optar, como hacía mi abuelo, por tener una agendita de tapas cuarteadas, donde poder apuntar las miles de claves que tendremos en nuestro haber después de ochenta años… Y que salga el sol por donde quiera.