Historia para NO dormir

Esto era lo que más me decía la gente cuando estaba embarazada. Por aquel entonces yo no era del todo consciente de lo que aquello significaba. Siempre he sido de muy buen dormir, e inocentemente creía que el azar iba a ser indulgente conmigo y me iba a traer un pequeño lironcito, como lo era su mamá. JAJAJAJAJAJA. No.

Las dos primeras noches después del parto hubo que despertar a Frikito para las tomas nocturnas. Me dijeron cosas como: ¡Qué suerte! ¡No es normal lo bien que duerme este niño!. Pero no acertaron, solo fueron dos noches.

Aclaro que yo decidí darle el pecho a mi hijo y sabía lo que aquello conllevaba: lactancia a demanda, como mínimo dos tomas nocturnas. No tenía ningún problema en ese sentido.

Os cuento a través de un gráfico cómo transcurrieron las noches de las primeras semanas en casa de los Fríkez.

Así una noche tras otra. Nunca se dormía antes de las 2 y nunca se despertaba después de las 6.30, y siempre una toma en medio. Pasaron unos 3 meses. De nuevo, la sabiduría popular:

Realmente yo estaba cansada pero feliz, y aunque a las 12 de la noche no era persona, no perdía el ánimo y ni se me pasaba por la mente poner en práctica ningún tipo de método para dormir ni retirarle el pecho. ¿Yo hacerle el Estivill a mi hijo? ¿Estamos locos?

La gente no llevaba razón. Pasó un mes más. Y otros dos. Y Frikito aumentó el ritmo:

Así fue como me vi un poco «obligada» a poner en práctica el colecho. Después de pensarlo mucho, decidí meter a Frikito en mi cama. La sabiduría popular volvió a hacer acto de presencia.

Lo meto en mi cama y punto, y así al menos estoy tumbada y él come cuando quiera.
Y así lo hicimos. Para que os hagáis una idea, Frikito podría andar sobre los 6 meses. Fue un cambio sustancial… Los horarios y tomas nocturnas no se alteraron, pero lo de dormir en una cama se agradecía.

Estuvimos un tiempo así, nos iba bien. Yo me pasaba la noche con la teta fuera, acostada del mismo lado y preocupada por no aplastar a Frikito, cosa que como comprenderéis, no es sinónimo de un buen descanso, pero bueno, íbamos tirando.

Lo malo es que la cosa empeoró. Pasaban las semanas y las tomas cada vez se espaciaban menos, tardaba mucho en volver a dormirse, se movía de un lado a otro, nos agarraba la cara, se daba la vuelta… En fin, que mi cama parecía una pista de break dance en vez de una cama.

Empezamos tarde a buscar soluciones. Probamos chupetes, biberones de refuerzo, rituales relajantes. Nada servía. Frikito es sibarita, dice que las tetinas artificiales para ti. Cada noche era un poco más show que la anterior.

Yo iba arrastrándome por las esquinas recordando los libros de Carlos González y sus palabras de alabanza hacia el colecho, lo sano que es y lo que mola. Mira, Carlos González, vete al carajo. No comprendía por qué Frikito estaba tan nervioso por las noches, por qué no podía estar sin una teta en la boca. Llegando a los 9-10 meses comencé a desesperarme de verdad. Noches enteras en blanco o durmiendo a trompicones. La cosa no parecía tener solución, así que empecé a flaquear y a quejarme por doquier, a todas horas. Soy consciente de que era un coñazo para mi entorno con el no puedo más, tengo mucho sueño.  

Así que un día, una amiga me hizo un regalo: Duérmete niño, de Eduard Estivill. Cuando me lo dio, creí leer entre líneas Cállate ya pesada, y haz algo. Leí el libro. No me convencía lo que decía y aún sigue sin convencerme, sobre todo el concepto del que parte: tu hijo es un pequeño manipulador al que tienes que meter por verea. Frikencio (mi marido), también lo leyó y sin embargo él quedó muy convencido. Tenemos formas muy diferentes de ver ciertas cosas. Lo hablamos y después de valorar pros y contras decidimos llevarlo a la práctica. El argumento que me convenció: Frikito necesita un sueño diario de más calidad, no lo que tiene ahora. Y yo también lo necesitaba.

No fue fácil, pasé días con una gran lucha interna. Tenía encima de cada hombro, en lugar de un ángel y un demonio, un pequeño Estivill y un pequeño González diciéndome cosas. Al final ganó Estivillito. La noche que Frikito cumplía once meses, me fui de casa y Frikencio se encargó de todo (ole por Frikencio, que es un padrazo). Yo no me veía capaz de escuchar llorar así a mi niño.

No voy a entrar en detalles, solo voy a decir que funcionó sorprendentemente rápido. En dos días, Frikito aprendió a dormir solo en su cuna desde las 22 hasta las 7. No daba crédito. Aproveché para retirarle el pecho, ya que en realidad solo tomaba por las noches. Once meses de lactancia, no está mal. De eso hace tres meses y Frikito está en estos momentos en su cuna durmiendo como un lirón. Aunque a mi me funcionó, no voy por ahí recomendando este método como algo maravilloso, jamás lo habría puesto en práctica si no hubiese sido por la situación extrema que vivíamos. Quizá llegamos a ese punto porque no supe hacerlo mejor, no lo sé. Desde luego, no soy una de las aspirantes al premio madre del año… Pero bueno, tampoco sirve de mucho plantearse eso ahora.

La realidad es que a Frikito no se le ve especialmente traumatizado (entenderíais al 100% esta frase si lo conocieseis, siempre está sonriendo). La alternativa era peor, sin duda.

Y vosotros, ¿qué habriais hecho en mi lugar?. Y vuestros niños, ¿duermen bien?